Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza

Necesita nuestro Distrito Turístico, Cultural e Histórico, una reestructuración integral que nos lleve real y verdaderamente como ente territorial, como una seria unidad político-administrativa, a una modernización práctica, a efecto de consolidar una administración pública más ágil, asertiva, eficiente, coherente, prospectiva, estratégica, saneada fiscalmente, con más recursos para la inversión en todos sus niveles, pero principalmente en el orden social. Así mismo, en capacidad de reducir superfluos como inútiles gastos de funcionamiento, atender mayormente lo importante, las propias, ciertas, prioritarias y urgentes necesidades y demandas poblacionales, al igual que sus circunstancias sociales, económicas y todo cuanto atañe a la infraestructura, asignatura pendiente en la que estamos rezagados, en definitiva, liberar recursos para la inversión, ya que es mejor menos plata en burocracia innecesaria por política y más dinero para la gente en salud, educación, emprendimiento, malla vial, seguridad, movilidad, cultura, recreación, deporte y demás otras áreas necesarias para el progreso, el bienestar y la prosperidad, requeridas de prontas soluciones.
Mi preocupación y diferencia respecto de la conveniencia de una reestructuración, está en la coherencia frente a lo que se hace en el pasado, se dice en la campaña y se hace en el Gobierno, en que debe hacerse claridad meridiana en cuáles serán los cambios; y, que se estipulen con la transparencia debida tales cambios a realizar. Indispensable en tal derrotero, la construcción de un proyecto de ciudad con visión a corto, mediano y largo plazo, ajustar su estructura municipal camino a pensar además de lo inmediato, más allá de lo cual, en la certeza que no puede ser posibles que cada cuatrienio haya una reestructuración, lo que indica ejercicios fallidos. No podemos seguir inmersos en someter a la ciudad cada período que inicia en partir de cero, círculo vicioso sin terminar en donde cada cuatro años vemos la reestructuración de la reestructuración de la reestructuración, lo que no es para nada sano, debiéndose en consecuencia pensar en una estabilidad institucional municipal.
Requerimos estudios serios de cara a una nueva estructura, que no se piense solo para un gobierno sino en lo correcto, ágil y moderno para el presente y el porvenir de la ciudad, su desarrollo, su economía y el bienestar de la ciudadanía, la eliminación de la engorrosa y agobiante tramitología, que prácticamente requiere de la implementación de estrategias tecnológicas para un gobierno en Línea, que lo hace mayormente eficiente. Es alinear la institucionalidad local con la nacional y los objetivos de desarrollo sostenible, en ruta a una mejor articulación con la Nación para la gestión de recursos y la integración con la comunidad de naciones.
Necesitamos metas, indicadores, propósitos y objetivos cumplidos, avanzar, que las administraciones trabajen y la ciudad progrese. Se trata de consolidar resultados para definir su propio futuro con observancia de un racional y controlado gasto público. Hora es de entender y además comprender que una meta es un resultado general a largo plazo que se desea lograr y que un objetivo define acciones medibles a corto plazo para lograr la meta general, que debe ser medible y exige una cifra; los objetivos son pues, acciones que deben tener una fecha límite, ser realistas y definitivamente alcanzables. Las metas de producto tienen que identificar su aporte a la meta de resultado, si ello no es así, lo que se apruebe en el Plan de Desarrollo no permitirá identificar los resultados del Distrito en este gobierno y seguiremos ocupados, pero sin saber para qué, lo que impone planificar, organizar, definir, evaluar y redireccionar, vale decir, cambiar en positivo.