“Gracias por perdonarme la vida”. Esta frase, repetida en videos que circulan por WhatsApp y Facebook en Santa Marta y Riohacha, resume el nuevo rostro de la “imposición de justicia” a manos de las Autodefensas Conquistadores de la Sierra Nevada (Acsn).
En estas grabaciones, hombres y mujeres, visiblemente intimidados, confiesan supuestos delitos o conductas violentas, piden perdón a la comunidad y agradecen al grupo ilegal por “darles una segunda oportunidad”.
Todo ocurre bajo la amenaza explícita de muerte en caso de reincidencia, mientras las autoridades permanecen en silencio y la comunidad observa cómo se consolida una gobernanza criminal en la región.
La dinámica de estos videos sigue un patrón invariable: los protagonistas, con la mirada baja y la voz temblorosa, reconocen sus faltas, expresan arrepentimiento y se comprometen a no repetirlas.
El mensaje central es inequívoco: la vida de los señalados depende de la “generosidad” de las Acsn, que se erigen como jueces y ejecutores en un sistema de justicia ilegal al margen del Estado. La amenaza de muerte para quienes reincidan se convierte en el telón de fondo de cada confesión, reforzando el control social que el grupo armado ejerce sobre la población.
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