Néstor Jaraba es el líder evidente del Sujeto de Reparación Colectiva (SRC), perteneciente a la “La Comunidad: “Mi Causa”, un proyecto colaborativo entre el Ministerio del Trabajo y la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Su trabajo ha jugado un papel crucial en la evolución de procesos de producción en la región, que incluyen la fabricación y venta de artesanías, entre otros.
Nace en la superior de Issa Oristuna, recuerda una niñez caracterizada por la sencillez y el equilibrio con la naturaleza. La risa de los niños del pueblo resuena en su memoria, quienes se divertían con trompos, se divirtieron con la bola de trapo y descubrían las rutas escondidas de la Sierra, distantes a los ruidos de la modernidad. En esos tiempos, el silencio únicamente se veía interrumpido por el murmullo de los ancianos, compartiendo la sabiduría de los ancestros. No existían ruidos de la ciudad ni melodías ajenas,la única melodía de sus días era la sinfonía de pájaros y las chicharras nocturnas.
La comunidad Ette Ennaka, que antes florecía en esta encantadora sierra, se ha visto disminuida a solo tres mil individuos, lidiando con desplazamientos, hambre y desnutrición, situaciones que han perturbado su estabilidad espiritual. Pese a estas dificultades, Néstor persiste en su creencia de que ser indígena representa un orgullo y un compromiso. “Nuestro patrimonio es nuestro; no podemos sentirnos menospreciados por ser nativos”, afirma convencido. En este contexto, la interacción con los gobiernos se convierte en esencial para reconocer sus derechos y buscar soluciones a sus desafíos.
MI COMUNIDAD: NESTOR JARABA
La motivación, ha actuado como un catalizador para la transformación en su comunidad. Con esta medida, ha conseguido fomentar la formación y la unidad, fortaleciendo tanto a hombres como a mujeres. Néstor, poniendo especial atención en la inclusión de la mujer indígena, ha impulsado el concepto de “tejiendo pensamientos”, enfatizando las habilidades de las mujeres para modificar su ambiente y elevar su nivel de vida. Las artesanías de la comunidad han obtenido reconocimiento gracias a las formación y al apoyo del Ministerio del Trabajo y la OIT, y la comunidad actualmente está en la etapa de crear medios digitales para la venta de sus productos.
El clima y el tiempo han impuesto desafíos a la agricultura, pero la resiliencia de Néstor y su comunidad es un gigante. Junto con proyectos de seguridad alimentaria impulsan sus perfiles productivos que incluyen galpones de pollos de engorde, gallinas ponedoras y porquerizas. También han implementado huertas caseras que alimentan tanto a sus familias como a su espíritu de autosuficiencia. Con un tractor que les permite cultivar sus tierras y un enfoque claro hacia el futuro, el pueblo Ette Ennaka está decidido a seguir avanzando.
Con sus propias palabras, Néstor José Jaraba López no solo relata su pasado, sino que construye un porvenir de optimismo para su comunidad. La Sierra Nevada, con su magnificencia y su reto, se transforma en el tejido donde las visiones de una comunidad insurrecta hallan su molde. Con cada trabajo artesanal que elaboran y cada iniciativa que llevan a cabo, los Ette Ennaka mantienen su herencia, reafirmando que la identidad indígena es un impulsor de transformación y dignidad.
No obstante, el transcurso del tiempo ha traído vientos de transformación, algunos dulces y otros cargados de promesas. Néstor, de 52 años, observa cómo su pueblo, antes grande, se ha visto restringido. El territorio, ese lazo sagrado con la Pachamama -Madre Tierra-, se ha reducido hasta transformarse en una inquietud incesante. “Casi no poseemos territorio”, se queja Néstor, en un enunciado que abarca siglos de batallas y despojos.
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